miércoles, 19 de julio de 2017

Camino desconocido de un lugar desconocido.

Y aquí estoy. Frente al papel como frente a la vida. Tan vacío, tan lleno, tan fácil de borrar y volver a escribir. Tan fácil de equivocarse. Las letras son los pasos, los movimientos, todos tienen retroceso o punto y aparte que nos permite avanzar hacía algún otro lugar. Durante el último lustro aparecen voces diciendo que la vida no da segundas oportunidades. Es verdad, da terceras, cuartas, quintas... Cada día es una. Cada palabra es otra. Pero vivimos con miedo.

El miedo nos detiene, nos mata y nos salva de peligros. Sin embargo, está en auge expulsarlo para poder adentrarnos en experiencias. Así, entre experiencias, silabas, letras, años y días, no nos damos cuenta que nuestros propósitos fueron decididos por generaciones dispares, aunque nos confundamos con ellos. El estrés y el agobio ya son una única moneda con dos cruces y ninguna cara que mantienes diariamente en tu bolsillo. Esa moneda que no quieres gastar, que conservas a toda costa, que prefieres sacar un billete antes que perderla. Y seguimos adelante, como yo con este papel rectangular dándole forma a base de deshilar círculos.

La realidad limita lo que hacer, no lo que sentir. En cambio, nos esforzamos en hacer. Pretendemos sentir lo que nos dicen que tenemos que sentir. Como si jugásemos con el ‘hacer’. Es esforzarse en juntar letras olvidando el papel. Vivimos como si entendiésemos el porqué, si es que lo hubiera, como si nuestro objetivo ya estuviese dictado, como si el papel estuviese escrito. Lo ha estado, pero no por nosotros. Parece que tenemos ese navío necesario para afrontar un camino desconocido de un lugar desconocido. De repente, nos vemos con tenis por el mar, andando por el cielo o volando a ras de suelo. Lo peor es que ni siquiera contemplamos las vistas.

La vida sigue su curso, llenándose de letras, de borrones y puntos y aparte. Dándose forma hasta que un día dejará de hacerlo. Seguimos haciendo y haciendo, esperando que, en otra vida, como si la hubiese, se jugase al sentir. Y algunos incrédulos de estas letras vacías dirán que, ‘¿qué más da todo este sinsentido?’ Ellos llevan haciendo años y años y quieren que tú también hagas, no vaya a ser que tú consigas sentir lo que quieres, haciendo aquello que quieres.

Mas, ¿a quién pretendo engañar? Si solo escribo sentimientos que navegan sin rumbo fijo, que se pierden en el papel porque no saben a dónde ir, ni saben por qué vinieron.

No hay comentarios:

Publicar un comentario