domingo, 22 de marzo de 2020

Celos.


Antes de que leáis mi poema, os dejo con unos versos de José Martí, dice así:

¿Qué importa que tu puñal
se me clave en el riñón?
¡Tengo mis versos, que son
más fuertes que tu puñal!

¿Qué importa que este dolor
seque el mar, y nuble el cielo?
El verso, dulce consuelo,
nace a un lado del dolor.



Celos.

Marcan las en punto en el reloj de arena.
He quedado con ellos en el bar de arriba.
No los veo desde que, con más gloria que pena,
los despedí, pero están aquí con su diatriba.

Sigo siendo reo de la vida o de mí mismo.
No me gritéis – les grité, mirando al abismo.
Sin esperas, me respondieron con certeza
de que el fantasma que veo está en mi cabeza.

Sigo tan inerme antes todas vuestras armas,
sigo acomplejado ante la competencia.
Sin fuerza ni esperanza a que suenen alarmas
que me despierten de mi agónica conciencia.

Tan agobiado, tan contrariado por ser yo.
Mi ego oculto espera luz como agua de mayo,
con la suspicacia del que sabe que va a perder
y ya no tiene nada más que repetir el ayer.

Sopeso si soy yo parte de un cuento ficticio
del que no se pueden cambiar los diálogos.
Me dirá que el tiempo se llevó el beneficio,
que nos mató, que nos ató y desató otros halagos. 

Conservo pensamientos del moro de Venecia:
temo un futuro incierto que me desprecia.
Presencio, sin vacilación, vileza en cada peripecia.
Difícil vivir como yo; con una mente tan necia.

Nací culpable, ni me juzguen; no pedí comprensión.
Sé que el mundo se cae y no soportan a los que son
como yo. No me molesta ver el vaso medio vacío,
me molesta querer como propio, lo que no es mío.

La inquietud del miedo es mi ansiedad constante;
luchar por luchar, pero todo se va en un instante.
En mi cabeza una alarmante 'Eco'; ya la sufrió Hera,
siempre castiga con una mentira que se prolifera.

No veo nada de franqueza en las relaciones,
siento que ocultamos todas nuestras tentaciones.
La delicadeza desaparece cada paso adelante
como una explosión aparece al pulsar el detonante.

No cuento las veces que la malpienso,
porque saludar con dos manos no es costumbre.
La Policía del Pensamiento me tiene en la cumbre.
Quema poco a poco, como las varillas de incienso.

Tengo tanto miedo a las distancias largas,
a dejar de creer en ella y seguir creyendo en Judas,
a mirar en el espejo y solo ver caras amargas,
a volver a creer en dios por tener tantas dudas.

Algo falla si los que engañan son los amantes.
Soporté en silencio ahogarme en mares de infieles,
soporté saber que ellos son los más abundantes.
Quiero poder confiar y no mantas echas de pieles.

Y yo que reflexiono, soy monógamo hasta el diente;
hubo una vez que… me caí al precipicio de frente.
Sociedad me hizo a su imagen y semejanza,
balanceé la moral y ahora quiero la moral en la balanza.

Iba a ser un diálogo, pero os doy mi suspiro,
sin pedir clemencia por estos ruegos:
lo plasmo en cualquier papel a falta de papiro.
No importan los detalles, no importan los egos
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Cerraré esta entrada como la empecé, con José Martí:  

¡Dolor! ¡Dolor! Eterna vida mía.

Yo, —embriagado de mis penas, — me devoro,
Y mis miserias lloro,
Y buitre de mí mismo me levanto,
Y me hiero y me curo con mi canto,
Buitre a la vez que altivo Prometeo. —

lunes, 16 de marzo de 2020

Memorias de un interino: capítulo 0.

Hoy publico mi primer post de “Memorias de un interino” una nueva sección de este blog. Este es el <<Capítulo 0>>.

Un buen amigo me dijo hace algún tiempo: apunta las anécdotas que te ocurran en esta fantástica aventura de ser maestro y en el futuro puedes hacer un libro. ¿Sabéis cuál es el problema? El libro sería de educación y estaría en el ostracismo de las bibliotecas, así que lo dejo aquí para cuando me pregunten: << ¿a qué te dedicas?>>.

Está andanza comienza el 20 de abril de 2016. Casi cuatro años. En Málaga. El primer año a pesar de gastar más que ganar durante los meses de mayo y junio (alquiler, hoteles, coche) fue un año magnífico. Todo era disfrute. Viajar para trabajar en algo que deseas. Se mezcla el ocio y el negocio. Nada podía salir mal. ¿Nada?

Cuando llegué al cuarto centro en dos meses, en Cádiz, a 5 horas de mi casa, empecé a notar que algo no iba bien. Antes de esto ya había estado en un colegio para entrar y salir el mismo día. Sin trabajar. Esto que te manda allí a sustituir a quién se incorpora ese día. Desde luego una coordinación magnífica entre instituciones. ¡Bim! Primera anécdota que no esperabas: ir a un trabajo y que lo que vas hacer lo está haciendo otra persona. ¡Eh¡ No has ido porque has querido, te han llamado para que vayas. Y a otra provincia. ¡Ole, ole y olé! He de decir que yo tampoco me lo creía. Lo curioso que es tan común que ya es normal en nuestra profesión. Vivimos bien ¿¡eh!?

Sin embargo, no me dio tiempo a darme cuenta de todo esto cuando ya estaba celebrando en verano mi IN-TE-RI-NI-DAD.  


-Espera, espera: ¿qué carajos es eso? 


Trabajar sustituyendo bajas laborales (días, semanas o meses, lo que toque). Hecho este inciso, he decir que para el brindis ya estaba lamentándome . 

Agosto, 2016: "voilà! C’est simple comme bonjour!" Llegó el francés. Y tan simple fue como decirme adiós. Me tuvo dos cursos en el dique seco. DOS CURSO. ¡Ale! << ¿Qué habías celebrado qué?>> La gente me preguntaba: “
pero, ¿tú has echado bien los papeles?” Como si esto fuera de echar unos papeles y te llaman, porque como el hijo del primo del vecino del quinto trabaja de profesor de formación profesional en La Rioja, pues, tú también, que estás en Andalucía y optas a un puesto de maestro de educación primaria, deberías de estar trabajando ya. Esto de comparar el tocino con las peras, ya sabéis, ambos son comida.

No obstante, lo mejor era esa afirmación de “tú lo que tienes que hacer es estudiar idiomas: sácate el b2 de francés”. Yo, con cara de pocos amigos, pensaba: ¿por qué estos señores quieren que cambie de empleo? ¿Te he dicho yo que te saques un curso de nuevos cócteles tropicales? Aunque la sorpresa para mí fue esa tendencia de maestros (vocacionales ¡eh!) estudiando el b1 y b2 de francés. Lo llevan en la sangre. Perdónenme, no soy vocacional ni muchos menos, pero antes que enseñar francés me meto en un Decathlon o derivados, sin menospreciar profesión alguna, digo que, puestos a cambiar de trabajo, me quedo en mi casa.

Hasta aquí el Capítulo 0 de <<Memorias de un interino>>. Espero que esto acerque a la profesión docente y evoque más empatía. 
 
Post scríptum. 

Soy un defensor acérrimo de la escuela pública de todos y para todos. Me he encontrado profesionales auténticos en cada colegio en el que he estado. Sin duda, hay más bien que mal. Creo convencidamente que el funcionamiento de la escuela pública es casi excelente. Sin embargo, lo que reclamo con estos post es una visión social más positiva de los maestros y, sobre todo, más empatía con el maestro interino.