Comentario
sobre:
Como
suele ocurrir con conceptos que tiene tanta importancia en la praxis de las
personas, como es el concepto de ‘familia’, debemos definir qué es ‘familia’.
No es tarea sencilla en unos tiempos en el que tratar de concretar algo parece
un ejercicio arriesgado, pues la posmodernidad en la que estamos inmersos nos
hace plantearnos cualquier interpretación posible. Sin embargo, cabe aceptar
que, como se muestra en el artículo, consideremos una familia aquél conjunto de
personas que viven en el mismo hogar. Dicho esto, en esta entrada resaltaré
algunas pinceladas sobre el artículo.
En
primer lugar, me parece imprescindible tener en cuenta la importancia de que
exista en la educación familiar una finalidad educativa concreta y de carácter
valorativo. Sin duda, esto podríamos considerarlo como requisito sine qua non a lo que es recibir
educación familiar. Ahora bien, es cierto que hay relaciones familiares que son
perjudiciales para el desarrollo sano y equilibrado con el mundo, pero debemos
ser sinceros y reconocer que no somos únicamente nuestra familia, ni en lo
bueno ni en lo malo.
En
segundo lugar, la parte en la que se menciona a los factores tecnológicos y su
influencia en la reproducción humana. Su uso nos hace replantearnos la propia
figura de la ‘familia’. Resulta que ya podíamos controlar el cuándo tener un
hijo y ahora, además, podremos decidir el cómo va a ser. Esto, sin duda, choca
claramente con el principio de acogida incondicional a los descendientes. Para
más, esto plantea la posibilidad de que en nuestra sociedad estemos
considerando a los hijos como un objeto de consumo de los padres, es decir, que
los hijos sacien las necesidades de los adultos, cuando debiera ser claramente
al revés. Sin embargo, los hijos necesitan de esa incondicionalidad y
seguridad, por ello, deben ser la atención primordial de los padres.
Con
todo, quiero insistir que deben definirse, sin titubeos, aquellos valores que permitan
alcanzar la felicidad desde el seno familiar. Esto se consigue a través del día
a día, no podemos esperar recoger el sentido felicitario de la vida y
transmitirlo de una manera teórica. En este sentido, no cabe la posibilidad de
aceptar en la familia un valor y su contrario, dicha contradicción menoscabaría
el proceso educativo familiar. Por tanto, no podemos caer en la tendencia de
considerar a la familia como un grupo democrático más, en el cual todo es
debatible. Estoy de acuerdo en considerar esto, como aparece en el texto, un “error pedagógico”. En definitiva, la familia debe tener un argumento y unos valores definidos que
sean concretos y reales, pues somos alguien dentro de una realidad y la
realidad es tener clarividencia de lo que nos rodea.
Lee,
duda y escribe.
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