Poema dodecasílabo de siete versos
con una estructura peculiar.
Trata de apartar esas barreras
sociales que nos impiden ser nosotros mismos. Un poema melancólico, pero con
tintes esperanzadores.
Entre esas cosas que dices y que callas.
Deja que las
palabras vuelen y abracen
el miedo que las
condenan al silencio.
Deja que el viento
sea el que ponga el precio
y las lleve a los
corazones que laten.
Deja ya de tener
miedo a hacerte viejo
y que la juventud
parta sin temores.
Deja que la
ventura eche los dolores,
lo que no
consiguieron viejos consejos.
Deja fuera a los
demás, dicen qué vale,
que no te impongan
de qué manera actuar.
Deja los malos y
los buenos modales,
ordenémoslos
nosotros, sin pensar.
Deja que la mente
escriba lo que encuentra
entre esas cosas
que dices y que callas.
Deja de pedir
tiempo para ‘ser’, mientras
huyes por no
avanzar, si faltan agallas.
Deja de creer en
un mundo ficticio,
si las alas que te
permiten volar,
dejan de servir,
si saltas al vacío
en el que tú estás
condenado a vagar.
Deja de querer ser
único, no existe;
de valorar los
logros por lo que diste.
Deja ya de ser tu
mayor enemigo,
de buscar el modo
de ser el ombligo.
Deja el pasado, si
miras al futuro.
Sé que no hay
mentira sin el golpe duro.
Deja el amor,
viene sin miedo a la huida,
que vida sin amor:
vida de un suicida.
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