Este poema, cuyo grueso lleva escrito
desde febrero, no había encontrado el momento de soltarlo, de guardarlo en un
lugar que no fuese en mi interior. Ahora una esquina de este blog, que comparto
con quien desea acercarse a leer, será la que se encargue de soportar sus sílabas.
Trata de la falta
de confianza, del deseo de alejarse del entorno, de querer olvidar el tiempo o
de las noches en las que dormir está demás o de menos… pero se describe mejor
leyéndolo.
Más
vale dar la lata. Alejandrino (14 sílabas por verso).
Me deshice, por fin, de aquella vieja coraza,
que no de mi corazón que ya no me amordaza.
De trozos hizo trazas que cubrí con mi plaza,
le puse llave, y no hago caso a sus
amenazas.
Anhelo no ser un olvidadizo ebrio errante
que no es capaz de pensar en nada ni
un instante,
que no le importa ni lo urgente ni lo importante
y que nada de lo que él hace es
interesante.
Pensé en amontonar cada piedra del camino
para construirme un enorme muro
clandestino
y adornarlo con toques en lápices ‘Alpino’,
que está de moda alejarse de
cualquier vecino.
Y es que ser parte del pastel es duro per se:
observar a través de la ventana y no
verse
en el bodrio de sociedad que acabas de ver,
es oír sin escuchar lo que dijiste
ayer.
Más vale pájaro volando que uno en la mano
y sueños por cumplir incluso después
de anciano.
Se te hará tarde, aunque te levantes muy temprano
si lo que haces siempre te resulta
cotidiano
Harto del todo vale que suena en mi cabeza,
que regresen las rejas con su
delicadeza.
Tus quejas ya no dejarán de perder pureza
si la fuerza está en la razón y no en
la certeza.
Di lo que quieras, pero la incoherencia mata.
"No
es lo que diga, lo que hace es lo que le delata."
Si mientes, miente siempre, sino metes la pata
y, puestos a molestar, más vale dar
la lata.
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